Álvaro Opitz Ben-Hour.
Director Nutrición y Dietética
Universidad San Sebastián Sede De la Patagonia

 

Dolores de cabeza, falta de concentración, problemas para conciliar el sueño y el descanso, malestares gastrointestinales y fatiga son sólo algunos de los síntomas y signos que la deshidratación puede generar en nuestro cuerpo día tras día.

 

La hidratación en el entrenamiento ha adquirido una gran relevancia siendo uno de los cuatro pilares fundamentales de la recuperación para el rendimiento físico y deportivo. Sin embargo, la importancia de estar bien hidratado no se limita exclusivamente para aquellas personas que gozan de hábitos vinculados a la actividad física, sino a toda la población que busca funcionar correctamente, independiente de las actividades que desempeñen. Sean estudiantes o trabajadores, la hidratación especializada contribuirá a llevar las actividades de la jornada de manera más eficiente.

 

Hemos observado que la educación por una correcta hidratación parece ser un punto flojo en cuanto a la información que nuestros ciudadanos reciben en el ámbito nutricional. La ingesta de líquidos no se traduce en meras recomendaciones generales, sino que demanda una evaluación personalizada frente a cuantos mililitros una persona debe consumir bajo factores como su peso y las características de la actividad física y el entrenamiento que practica.

 

Por cada un 1% de peso perdido por deshidratación ocurren eventos a nivel fisiológico perjudiciales para nuestro organismo: la frecuencia cardiaca se eleva, existe una disminución en la velocidad de reacción (física y mental); se evidencia menos tolerancia al aumento de la temperatura corporal, se observa cansancio físico prematuro, disminución en el rendimiento académico/laboral entre otros.

 

Es importante asesorarse con profesionales de la nutrición, no sólo para llevar una dieta, sino para adquirir hábitos de vida que lleven a mantener un óptimo estado de salud y prevenir complicaciones que afecten nuestro día.