La inteligencia artificial (IA) está
revolucionando nuestro día a día y el mundo empresarial y educacional no es la
excepción. A propósito de que en el Colegio Saint George algunos estudiantes
usaron IA para crear imágenes falsas de sus compañeras, un acto que en su
oportunidad sacudió a la comunidad educativa y mostró las enormes brechas en
nuestra legislación actual que todavía no sabe cómo manejar estos escenarios,
es conveniente retomar el tema y analizar.
En nuestras clases de planificación
estratégica en Santo Tomás, por ejemplo, aprovechamos estos incidentes para
reflexionar sobre lo vital que es estar un paso adelante en cuanto a las
implicancias éticas y legales que la IA trae consigo. Los
"deepfakes", esos videos o imágenes alterados hasta parecer reales,
están poniendo en jaque la reputación de individuos y empresas, y nos
demuestran que la ley va varios pasos atrás respecto a la tecnología.
Según un estudio de McKinsey del 2024, el 70%
de las empresas dice que sin IA no podrían mantenerse competitivas. Este dato
nos pone sobre la mesa la urgencia de integrar un enfoque ético en la
estrategia empresarial y de riesgos, no solo para impulsar la innovación, sino
para proteger lo que hemos construido hasta ahora.
En la planificación estratégica moderna, la
ética de la IA no es un "extra", sino que es fundamental. Es crucial
que preparemos a nuestros futuros líderes con las herramientas adecuadas para
enfrentar estos desafíos éticos y estratégicos que la tecnología nos presenta
cada día.
Ahora, piensen en esto: ¿hasta qué punto las fotos
o videos serán consideradas fiables en un juicio por su fácil alteración?, ¿cómo
deberían las empresas y las organizaciones prepararse para esta nueva era
digital?, ¿Cómo lideramos el camino hacia regulaciones que garanticen un uso
ético y responsable de la IA, manteniendo la transparencia y la justicia en
todas nuestras operaciones?
Muchas preguntas, de las cuales aún no
conocemos sus respuestas.
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