Con sinceridad
desconocía quien era Peso Pluma, hasta que leí sobre la polémica por su
actuación en el Festival de Viña. En casa escuchamos sus canciones, las
comentamos en la Universidad y concluimos lo evidente: las letras son, en
simple, una descripción oportunista y positiva del estilo de vida narco.
Y nos pareció
aberrante que livianamente se dijera que su contrato no permite cancelar su
actuación. Es casi insultante para la comprensión. Es obvio que su actuación en
el festival le significaría un abierto respaldo social. No olvidemos que “Viña”
es un espectáculo con gran cobertura, que en febrero es un acontecimiento
nacional.
Sabemos que jóvenes y
niños, con muy poca supervisión, pueden verlo en medios digitales, redes
sociales e incluso en vivo. Eso no significa que esté bien. Ahora se sumarán
conferencias de prensa, entrevistas y acceso a la televisión abierta. Eso
muchos lo leerán como un fuerte mensaje de apoyo a la sub cultura narco.
¿Libertad de expresión o
debería haber límites sociales? Pienso que una gran mayoría del país está a
favor de limitar los mensajes de odio o la promoción de actividades
que sabemos que atentan contra la convivencia democrática.
Por cierto, Peso Pluma
es más una consecuencia de la inserción de la subcultura narco que es
responsable de su avance, pero forma parte de un conjunto que tiene parte en
esa tragedia. Ya hemos visto lo que pasa en Ecuador y no queremos que nos pase
a nosotros. ¿O
no es así?
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