No debiese haber dos
lecturas para concluir que nuestra economía va por un camino lleno de
obstáculos, la mayor parte autoconstruidos, y que necesitamos enmendar el
rumbo. Enfrentamos un crecimiento per cápita nulo este año; inflación más
persistente de lo esperado; altos niveles de desempleo; baja ocupación;
ingresos monetarios deprimidos y un alto nivel de desahorro. Más allá de los
conflictos políticos, son síntomas de un diagnóstico de cuidado.
Recientemente recibimos
al ministro de Hacienda, Mario Marcel, en un seminario organizado junto al
presidente del Senado, Juan Antonio Coloma, llamado: “¿Cómo damos vuelta el
partido? Estrategia de segundo tiempo para volver a crecer”. Todos estuvimos de
acuerdo en la urgencia de dar vuelta este partido.
Lo bueno es que los
objetivos y lenguaje están cambiando desde el propio Gobierno. Y es que el
presidente Boric comenzó su mandato sin una agenda de crecimiento. Al
contrario, impulsó una ambiciosa reforma tributaria, rechazada en el Congreso,
que se reemplazó por el llamado “pacto fiscal”, que incorporó al alza de
impuestos y cumplimiento tributario algunas materias de eficiencia del Estado y
medidas procrecimiento. Hoy, tal como fue discutido en nuestro seminario, el
nuevo eje de un eventual acuerdo político amplio debe ser el crecimiento
económico.
Sabemos que crecer no es
todo, pero también que si no producimos más y mejor tendremos muy poco para
redistribuir. Estamos por debajo de nuestros reducidos niveles de tendencia y
el PIB per cápita está estancado hace una década. Desde el retorno de la
democracia a 2013 nuestro país creció un 5,3% real anual. Desde entonces, el
producto solo se expandió un 1,9%.
Es evidente que
necesitamos avanzar en derechos sociales. La seguridad pública, social, la
salud y educación son prioridades ciudadanas y tienen que serlo para el Estado.
Pero esa mayor equidad debe ser financiada en forma responsable y sostenible.
Para algunos esto requiere, primero, subir los impuestos. Otros pensamos que la
mejor manera de recaudar más es consolidando un sistema tributario estable en
el tiempo, equilibrado y más simple, fomentando con fuerza el ahorro, la
inversión y el empleo.
Estamos perdiendo el
partido y para darlo vuelta urge fortalecer la confianza y respeto por las
normas, cambiar la actitud y la estrategia, pasando a acciones probadas que
ayuden a restituir la confianza deteriorada y recuperar el tiempo perdido. No
volveremos a las tasas de antaño, pero aún podemos recuperar la vocación de
progreso para salir de la trampa actual y volver a crecer con equidad.
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