Por
Galicia Stuardo Ruíz
Directora
de Licenciatura en Trabajo Social
Universidad
Santo Tomas
El giro ecológico en las ciencias sociales se debe en gran medida a la
comprensión de que no existimos desvinculados de lo ambiental, sino que somos
también parte y que tanto somos afectados como afectamos y producimos fenómenos
de transformación socio ecológico, derribando así la idea de lo natural y la
naturaleza como procesos de generación espontánea. Una vez aquí, ya no
avanzamos por carriles diferentes, sino que por completo imbricados medio
ambiente y sociedad, en otras palabras, nos reconocemos parte del problema y
desde allí podemos comenzar a hablar de sustentabilidad socioambiental como una
vía de mitigación, reparación y/o solución.
La relación entre sociedad y medioambiente enfrenta un punto de
inflexión que con el paso del tiempo se ha vuelto más agudo y en el que el
modelo de desarrollo -a nivel global- se contrapone a los ritmos y ciclos
biológicos humanos y no humanos. Este desencuentro ha provocado un impacto
significativo en las formas de vida y vinculación de las sociedades con el
medio en el que viven, generando diversos tipos de impacto, entre ellos,
pérdida de identidad, aculturación, migración ambiental, aumento de los niveles
de pobreza, segregación y acceso a oportunidades entre muchos otros. Así las
cosas, es posible reconocer la necesidad de las ciencias sociales en general y
del trabajo social como disciplina del conocimiento y la transformación en
estas fronteras por lo general difusas, creando tanto estrategias para hacerles
frente como construyendo puentes para avanzar hacia mayores estándares de
justicia social.
Como sabemos, el trabajo social ha tenido un desarrollo histórico al
amparo de políticas vinculadas a garantizar el acceso de las personas a los
diversos programas y beneficios estales, sin embargo, la profesión ha tenido
diversos giros, hemos pasado de la filantropía a la asistencia social y de allí
al trabajo social, de la educación popular a la tecnocracia y nos hemos
adaptado a la única certeza del mundo social, el cambio. Sin embargo, ahora,
este año que se cumplen 50 años del informe de los límites del crecimiento que
anunciaba justamente límites y cambios que hemos visto suceder a lo largo de
estas décadas y que han implicado este nuevo giro, plantearnos la
sustentabilidad socio ambiental como campo de investigación, reflexión e
intervención para el trabajo social parece más que lógico una responsabilidad
ética con las personas y los principios de justicia social y distributiva que
rigen nuestra profesión.
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